vos
que tanto zafaste
cerrojo,
candado, cadena...
mandame
luz, un hilo inspirador
que
se cuele en la cueva,
un
claro al fondo del túnel
donde
el espíritu va y viene.
Santo
escapista que estás en la gloria,
libráme
de la paranoia:
que
se doblen como elásticos
los
barrotes de mi mente
y
adelgacen mis muñecas
cuando
apreten las esposas.
Oh
gran santo del pire, te pido
que
las ideas no se me enganchen
en
un nudo fulero, un mal rollo.
No
quiero quedar girando
como
el cobayo en la ruedita.
Mago
de la evasión,
que
no hay engome que te contenga,
haceme
un rato transparente
la
reja, la malla, el cerco...
quiero
ver puro un instante
amanecer,
atardecer, la luna llena...
no
sabés qué difícil y qué lindo
contemplar
el paisaje sin límites.
Ay
gran santo de la fuga,
acá
estamos atrapados
como
dígitos entre columnas
sin
el beneficio de la incógnita.
Mientras
completo la espera,
enseñáme
algún truquito
para
escaparle a la trampa,
deshacerme
del grillete.
Vos
que guardás bajo la lengua
la
llave de la creación,
dame
la ganzúa del ingenio:
que
mi alma prófuga siga libre
y
no me zarpen lo que siento
del
cofrecito del corazón.
Gracias
santo indetenible,
paz,
amor y libertad. Amén.
Fernando Aíta
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