El
grito del silencio
El silencio me dice: calla. Y algo dentro
mío quiere gritar. Escucho una leve música a lo lejos, es una cumbia lenta.
Escucho otra radio encendida en la habitación de al lado y digo: ¿dónde está el
silencio? Escucho las duchas que pierden agua y hacen mucho ruido. Escucho un
mueble que raspa el suelo de mis vecinos
y pasos que retumban en mi techo. Entonces me pregunto: ¿cómo encuentro el
silencio? Quiero silencio, ¿cómo hago? Me tapo los oídos, pienso, ¿por qué no?
Lo hago, ¿silencio? por un instante, después me doy cuenta que comienza un
zumbido y que cada vez es más fuerte. Empiezo a notar que sigo escuchando todo,
bien a lo lejos, y más pensamientos me confunden. Entonces cierro los ojos. Veo
una silueta de mujer con los brazos extendidos hacia arriba y en las manos un
paño de seda transparente que toca el suelo y envuelve su cuerpo que se deja
llevar por el viento como unos tres metros, flameándose. Un fondo de nubes
brillantes reflejadas por el sol que no se ve en el cielo y montes a lo lejos.
Este paisaje no desaparece de mi mente
hasta que algo muy pero muy dentro mío me dice otra vez: silencio, guarda
silencio. Entonces callo mi mente por diez minutos. Después oigo el sonido de
una reja que se abre. Esta vez es diferente, el ruido no me molesta porque no
está más, hay algo… escucho música a lo lejos que se me quiere acercar (pero no
es cumbia). También escucho algo como otra radio que se está encendiendo, pero
no es en la habitación de al lado sino en esta. Y oigo un susurro que dice: el
entendimiento se acerca como música leve y la sabiduría se enciende en el
silencio. Entonces entiendo.
Oigo las duchas y veo una madre llorando
por su hijo, y eso hace ruido en mi corazón. Oigo el raspar del placard de mi
vecino y pienso, mi gloria duerme en un placard y eso de hazte fama y héchate a
dormir, cambia si despiertas. Los pasos que retumban en mi techo son la culpa
que llevo por doquier. En la imagen de mi mente no se ve le sol (mi padre), no
hay luna (mi madre), ni estrellas (mis hermanos), no hay aves (mis amigos).
Sólo hay nubes que tapan el cielo pero un brillo se deja ver.
Hago hoy todo nuevo, oigo en mi corazón. La
vida alza las manos y en el silencio me muestra su transparencia.
Hernán G. Ciarlo
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